Cuando era pequeña soñaba con tocar el cielo, siempre me llamaron mucho la atención las estrellas (aquellas luces que parecen luciérnagas), me imaginaba que era polvo mágico flotando a miles y miles de kilómetros de distancia; mi mente en ese entonces era muy divertida y creativa, me llevaba por lo general a imaginarme en un millón de aventuras, pero en especial al mundo insólito del “amor”, el cual gobernaba en ese instante.
¡Claro! Debo confesarles que fui una de aquellas tantas niñas que creció con los cuentos de hadas en donde el desenlace siempre era: “Y vivieron felices por siempre”. Primer error que nos encadena y nos lleva a volvernos codependientes e incapaces de tomar nuestras propias decisiones al grado de permitirnos tolerar cualquier situación para no llegar al término de una relación. Si somos honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta que es inaudito aceptar casi de manera inconsciente la forma en la que poco a poco nos autodestruirnos; por la firme necedad de permanecer en una relación en donde nos aferramos por mil temores, sin permitirnos enfocarnos en lo que realmente podría hacernos felices
Hoy, con base en mi experiencia, y por qué no, con el corazón muchas veces hecho trizas me queda claro que por salud mental y amor propio el “vivieron felices para siempre” no es una ley; puedo asegurar que podemos romper con ese estereotipo y dar la vuelta o simplemente frenar para que aquello que nos está haciendo pedazos como un auténtico rompecabezas, salga tan rápido como un simple chasquido de dedos de nuestras vidas.
Somos seres maternales por naturaleza, está en nuestro ADN proteger a aquellas personas que creemos vulnerables sea cual sea su situación o historia de vida, en caso de verlos débiles, creemos irónicamente que no son capaces de seguir adelante sin nuestra ayuda ¡Por Dios! Nuestro rol en esta vida no es ser el salvavidas de nadie, debemos ser reflexivos de nuestra propia vida y responsabilizarnos de ella, a veces apenas podemos sobrellevar de una manera equilibrada la nuestra cuando ya queremos salvar y sanar la de alguien más.
¿Cuántas veces te has cuestionado la manera tan enferma en la que quieres comerte a atracones una relación?, que cuando menos te lo imaginas y esperas te das cuenta que terminaste con ella y te percatas de ello por el inmenso dolor que sientes en el estómago. Tendemos a no saborear y disfrutar cada mordisco que nos llevamos a la boca, situación similar dentro de una relación; no nos damos la oportunidad de disfrutar cada etapa de ella, queremos tan solo devorarla en un instante, situación que nos lleva al segundo gran error; involucrarte tanto con alguien que al momento de querer salir, ya te ahogaste y te perdiste en una profunda miseria.
¡Para!, No lo hagas, no repitas una y otra vez aquellos patrones que solo lastiman tu alma, rompe con todo aquello que te frena y te estanca, como dice mafalda:
“Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por eso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad”
Hoy es momento de reencontrarte y remendar cada una de tus heridas para que a través de ellas y con un poco de tiempo, puedas diseñar una mejor versión de ti.
Excelente reflexión, coloque los pie en la tierra, muchas gracias!!!
ResponderBorrarEsa es la clave poner los pies sobre la tierra y no dejarnos llevar por la
BorrarFantasía o la gran necesidad de encontrar un "amor”
Woooh! Muchas gracias, 😍
ResponderBorrarGracias a ti por ser parte de este viaje
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