Mis dos maletas

Cuando decidí retomar mujer de hierro quise hacerlo de una manera muy diferente a la primera vez, en aquella ocasión mi divorcio estaba muy reciente, mi corazón, mi alma y mi vida estaban hechas trizas, nada tenía sentido; todo lo que había “planeado” se había esfumado, recuerdo que el dolor que cargaba era inmenso me dolían hasta los huesos,  nunca me imaginé vivir lo que estaba viviendo, mi tonta idea de que te casas una sola vez y para siempre; idea que te hace formar castillos en las nubes creyendo que una mujer está hecha para soportar lo inaguantable, te pintan a la mujer perfecta con un mandil, un pastel en la mano y radiante en la puerta lista para recibir al marido con una gran sonrisa, nunca te dicen que en realidad esa imagen no existe, que hay mujeres devastadas, ahogadas en su soledad, ignoradas por su príncipe azul y frustradas por  el pobre valor que ellas mismas se dan. 

Mujer de Hierro en realidad nace por una enorme necesidad de sanar aquel corazón herido y desaparecer aquella ansiedad que cortaba mi respiración cada vez que recordaba aquel enorme “fracaso”. Por lo que un día decidí hacer algo diferente en mi vida   y a la vez dejar huella en otras mujeres que también estaban viviendo el duelo y el dolor de una relación fallida.

Cuando uno decide iniciar su propia vida, se cree que somos suficientemente maduros capaces de tomar nuestras propias decisiones; aclaro no estoy diciendo que LAS MEJORES DECISIONES por que no me van a dejar mentir pero como la cagamos tropezándonos mil veces con la misma piedra.

Hace doce años las circunstancias de la vida me llevaron a salir de casa de mis padres, debo confesar que mi salida fue con una barriga de tres meses de embarazo; en realidad no era una mujer madura, pensándolo bien y trayendo a mi mente aquel recuerdo me visualizo como una niña aterrada con un bolso en donde llevaba todos mis sueños hechos trizas por querer comerme una relación de un solo bocado… Así que escribí yo sola mi propio destino; en ese instante aprendí de golpe lo que es convertirte en adulto y maldije mi deseo tonto de dejar de ser niña para poder probar las ventajas de ser mujer. 

Recuerdo que salí con una enorme nostalgia, tristeza y un nudo en la  garganta porque tenía que dar un paso que simplemente no quería dar (yo no estaba enamorada, no quería pasar el resto de mi vida con alguien que no hacía vibrar mi ser), sin embargo ante los ojos de los demás ya era adulta y tenía que asumir aquella enorme responsabilidad, la cual asumí sin dudarlo. Aquel ser que crecía poco a poco en mi interior era la única razón que me daba las fuerzas de seguir adelante.

Ese día solo tome dos maletas, aunque no lo crean, creo que con esto les dejó claro cómo me sentía de vacía en mi corazón; si me pongo analizar llevaba lo esencial en la forma material, pero si hurgo en lo emocional eran dos maletas repletas de dolor, culpa, desesperación y mil gritos de auxilio  encerrados en mi garganta. Pero a pesar de ello lo único que me mantenía en pie era la irónica y loca idea de “el juntos para siempre” y “el amor, lo supera y lo puede todo” jajajaja, definitivamente siempre fui muy inexperta, creyendo que él iba a cambiar, que conmigo las cosas iban a ser  diferentes, que él era el indicado y que cubriría cada capricho de mi niña interior, pero madres!!! Tope con pared, las cosas cambiaron muy rápido o mejor dicho muy fácil se me cayó la venda de los ojos y pude ver su verdadero yo. 

Tuve que guardar todas aquellas dudas, miedos y lágrimas en lo más profundo de mi ser, pero en especial tuve que pedirle perdón a mi niña interior ya que la vida que algún día le había prometido se estaba desmoronando y así con todo mi ser desfragmentado seguí con mi vida. Alguien se puede imaginar con estas palabras que me obligaron a casarme y por ello tanta melancolía, creo que en realidad fue mi propio castigo por la tontera de creer que él era el hombre perfecto pero en realidad fue el primero con el que estuve en la parte sexual, él era mucho mayor que yo y con su habilidad de manipular las cosas y mi estupidez e ingenuidad  me llevaron a caer redondita creyendo que vivía una gran historia de amor.

Nadie en la vida te enseña a construir tu propia felicidad así que vuélvete tu propio maestro y saca lo mejor de ti para cimentar tu propio destino, no importando las veces que te tropieces al final del día tú lo elegiste.