Hoy estoy contemplando a mi bella familia en la orilla del mar, pero en un instante me teletransporté, hace 16 años estaba en el mismo lugar (no en la misma playa) pero sí en el mismo estado. Recuerdo que el sol brillaba diferente, en la habitación hacía mucho calor, yo me acababa de salir de bañar y estaba batallando con el bikini (sí, aunque lo duden; yo en alguna época de vida podía usar esas cosas maravillosas, sexys y coquetas) a pesar de mis 3 meses de embarazo, tenía una panza que parecía de 6, (siempre fue así con mis embarazos) batallaba por indecisa, siempre lo he sido al momento de verme al espejo, ya había pasado este momento cuando decidí pintarme los labios rojos, es muy gracioso ver que cuando estás en la playa creo que la competencia entre las mujeres es más fuerte y entonces ves un desfile de modas entre las olas, entre bikinis, mujeres súper maquilladas y figuras de todo tipo. Así que era mi luna de miel, en realidad nunca la sentí así, nunca antes me había puesto a analizar cómo me sentí en ese viaje, sino hasta hoy, fue mucho tiempo en el que me carcomía el sentimiento de culpa y no me sentía merecedora de disfrutar, en ese entonces de mi vida y saben algo tampoco me encantaba. Estaba frente al espejo eligiendo qué labial utilizaría obviamente tenía que ser el juego perfecto con el bikini, así que instintivamente tome el color rojo y me pinte los labios… no duré ni cinco minutos cuando una voz detrás de mi estremecedora, cruel y dura me dijo: “… ni lo pienses, en tu vida mientras estés conmigo, no podrás usar ese color en tus labios…”, me quedé atónita y mi cuerpo experimentó un escalofrío tremendo, mi reacción inmediata: quitarme el labial y bajar la mirada. Para suerte mía era un labial indeleble por lo que a pesar de restregar y restregar mis labios, quedó una pequeña sombra la cual bastó para convertir un día divertido en uno de los días más tristes que he vivido.
Solo escuché reclamos y reclamos, en ese momento no sabía por qué, no entendía su malestar y su mala forma de tratarme; solo podía ver en su mirada mucha ira, pero a la vez mucha tristeza, la verdad no lo supe hasta meses después.
No podía usar lápiz labial rojo, porque ese era el color que su madre utilizaba cada vez que descargaba en él su frustración y enojo por todo lo que vivía al lado de su esposo. Ahí fue cuando pude ver que además de tener un corazón destrozado por una mujer que marcó su vida sentimental, también tenía un corazón herido por una madre que siempre vio en él “al culpable” de seguir atada a alguien que ya no quería cerca de ella.
Y es aquí que les comparto una frase que uso por lo general con mis pacientes que tienen una huella emocional de abandono por cómo fue su relación con su madre:
"La madre es la figura más importante en la vida de una persona, es ella; quién te saca adelante o quien te jode la vida."
Las mamás vamos por la vida poniéndonos sombreros de diferentes roles, tratando de ser un gran ejemplo y guía en la vida de nuestros hijos, pero muchas veces esos papeles nos sobrepasan y en especial cuando emocionalmente no estamos bien, y nos pasa el desquitarnos con los más vulnerables y quienes menos culpa tienen “nuestros pequeños”, sin ver el daño que les estamos causando, fracturando desde pequeños su identidad y sus emociones, haciendo de ellos monstruos que van por la vida succionando y destrozando corazones nobles por tener la enorme sed de amar por esa huella de abandono.
No olvidemos que la maternidad se siente en todo el amor que el hijo logra captar de nosotros a través de nuestras palabras, gestos, acciones y el cómo lo incluimos en nuestra vida.
Quieres tener un hijo emocionalmente sano; cuídalo, ámalo y no destruyas sus alas para volar y ser una buena persona el día de mañana. Quieres crear un monstruo: no lo cuides, ignóralo, maltrátalo física y verbalmente, pero en especial demuéstrale cuánto desprecio sientes por él, por ser la causa de una relación fallida.
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